Elena reposaba comodamente sobre el sofá de su casa, cuando su madre irrumpió en ella con una carta en la mano. Saludó a su hija con un beso fugaz y le entregó el sobre blanco y un tanto abultado. Y cuando Elena vio su nombre escrito y aquella letra, supo de inmediato a quien pertenecía. Saltó agilmente, se despidió de su madre para encerrarse en su habitación y abrir el sobre que tantos días llevaba esperando. Se acomodó en su cama, cruzando las piernas y con adoración empezó a abrir el sobre, anteponiendose a la emoción que le esperaba. Pero Elena no tenia muy claro q esperar, no sabía si las palabras escritas por aquel hombre a quién tanto amaba iban a ser para bien, o para mal. Ella había tomado una de las decisiones mas duras de su vida, y esperaba que aquel hombre lo lograse entender, pero el miedo la tuvo presa por todos esos días... hasta que comenzó a leer. A cada oración, coma y punto, Elena sentía como su corazón iba creciendo, mientras diminutos corazones aparecian de la nada inundando todo de multicolor. Apretaba sus dientes a veces, sintiendo la impotencia ante un destino injusto y cruel. Pero sonreía al ver que de hecho, todo estaba mejor de lo pensado. Había esperanza, y ella tenía un plan. Uno que incluía escupirle al destino en la cara mientras reía por haber ganado. Porque Elena había aprendido algo, el destino no está forjado por fantasías de otros, o estúpidos estándares sociales. Ella crearía un camino, con un propósito y un fin. Luego de leer la carta, le dio un beso a la firma de aquel único hombre que había logrado penetrar los muros altos de su corazón. Cerró sus ojos, sonriendo con tranquilidad, encontrando la serenidad, pero la fuerza para continuar un camino muy duro y difícil, pero seguro con buenos resultados. Tan solo había que... ser muy paciente.
"... no me veo capaz de tener ningún tipo de estabilidad. Además, no la quiero, la tengo contigo, siento, a pesar de todo, una gran estabilidad emocional sabiendo que existes"
AuraLuna
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